viernes, 21 de diciembre de 2012

LA ESTAMPA DE NUESTRA SEÑORA DE ALCONADA DE AMPUDIA

La finalidad primera que tuvieron las estampas (o grabados) religiosas, durante toda la Edad Moderna (especialmente del XVII al XIX), fue sin duda, el impulso de la devoción a los santos o vírgenes titulares. Mientras que los grabados devocionales generales (de los santos más conocidos) eran suministrados por talleres europeos (sobre todo de Francia) los talleres nacionales trabajaron principalmente las advocaciones más locales o específicas que eran imposible de importar de fuera. Estos grabados iban destinados a gentes sencillas en quienes inspiraban respeto, oración y devoción de la misma manera que las imágenes de los templos. El devoto podía contar, por un coste muy bajo, con su pequeña imagen particular para uso doméstico. De ahí que muchas cofradías y santuarios intentaran contar con “los verdaderos retratos” de las vírgenes y cristos mil veces venerados. Los promotores de la estampación solían ser, en muchos casos, un fiel devoto con posibles económicos que sufragaba los gastos que el grabado suponía (especialmente la apertura de la plancha). El interés iconográfico de estas estampas reside principalmente en la reproducción muy fiel de retablos (muchas veces ya desaparecidos) y de imágenes, sobre todo advocaciones marianas, vestidas de gracia, con sus joyas y mantos perfectamente reconocibles. En ocasiones, estas estampas se incluyeron en relicarios, escapularios y detentes para la protección de los danzantes, que los prendían en su indumentaria junto al encintado simbólico. Su uso está documentado en muchas cuadrillas de la comarca (Becerril, Dueñas, Villafrades…) y es muy probable que los danzantes de la Virgen de Alconada contaran con ellos.  La fuerte devoción de Nuestra Señora de Alconada, en un ámbito de influencia de más de 40 pueblos alrededor de los Montes de Torozos y la Tierra de Campos llevó a los devotos a solicitar su grabado en 1819. En el mismo consta la siguiente leyenda: Nuestra Señora de Alconada. Que se venera en su Yglesia extramuros de la Villa de Ampudia. Hay concedidas  por varios prelados de la Yglesia 660 días de indulgencias rezando una Salve o Ave María delante de esta Santa Imagen. Antº Guerrero lo dibujó. Antº Vázquez lo grabó en 1819.  Son muchas las casas de Ampudia y de toda la comarca que todavía conservan la estampa de la Virgen (de gran fervor popular) en sus muros, en recuerdo de tiempos devocionales mejores que los actuales. En él se reconoce el arco de plata que todavía acompaña a la imagen en sus días de fiesta grande.